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El silencio sobre los desahucios

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Hace aún pocos años nadie conocía a Ada Colau. Por arte de magia, los canales de televisión comenzaron a dar preeminencia a los desahucios y con ellos a una organización de nombre onomatopéyico: la P.A.H., y a la mujer al frente de ella.

Aquella dama salto a la fama súbitamente, superando en rapidez a cualquier ídolo del pop-rock nacido en los gabinetes mercadotécnicos.

La desconocida Colau, con un currículo sustentado en la exposición mediática, fue agasajada por la masonería española en 2.014, en concreto por la logia Blasco Ibáñez, recibiendo el Premio Fraternidad, al considerarla un ejemplo de solidaridad y fraternidad con los más desprotegidos. Ese mismo año, Jordi Évole recibió el Premio Libertad de la misma organización.

La Logia Blasco Ibáñez está federada al Gran Oriente Francés, según informa su propia web, donde abre sus puertas al más puro estilo de la corrección política en boga: “Bienvenido/a…”

Sí, esta logia está vinculada el poderosísimo Gran Oriente Francés, donde Manuel Valls fue iniciado en 1.989. No creo necesario decir nada para entender algunas cosas.

Ada Colau y la PAH basaron su activismo social en reivindicar la dación en pago y en ofrecer a los afectados una vivienda alternativa: la denominada solución habitacional.

Los entornos masónicos y filomasónicos congenian bien con los poderes financieros. En su crítica al capitalismo, el propio Marx se centró en la propiedad de los medios de producción, sobrevolando el problema de la usura. Engels lo abordaría muy superficialmente a la muerte de su socio. El marxismo ha pasado a la historia sustentado en un trípode: la lucha de clases, la propiedad de los medios de producción y la dictadura del proletariado; a los creadores y manejadores del dinero, es decir, a los usureros, se los trato con una discreción muy masónica; no reconociendo que el propietario de una fábrica podía está sometido a la tiranía de la usura.

Curiosamente, la dación en pago ha sido la solución menos mala aceptada por la banca para abordar el problema extremo del desahucio. La exigencia de viviendas alternativas implicaría, a su vez, la construcción de viviendas sociales financiadas, cómo no, por las propias entidades financieras, y los inmuebles dados en pago podrían regresar al mercado en forma de solución habitacional sufragada por los poderes públicos mediante los impuestos de todos. Quizá por esto, otros activistas llegaron a considerar que la PAH y su dirigencia eran, en realidad, unos topos de los bancos.

El año pasado, hubo en España 37. 285 desahucios. Su desaparición de las cabeceras de los noticieros fue pareja a la ascensión política de Colau.

Eran tiempos en los que Pablo Iglesias y su Podemos crearon la entente con la futura alcaldesa de Barcelona.

Ahora la alcaldesa ejerce de censora idiomática y sus antiguos aliados se interesan más en “estupidizar” a la gente pervirtiendo el lenguaje (Unidas Podemos) que por los desahuciados.

El 28 de Junio, en Parla, una ciudad de Madrid, una mujer con dos hijos menores fue desahuciada de una vivienda perteneciente a un banco. El despliegue judicial y de antidisturbios -10 furgones- hizo pensar en un operativo dirigido a capturar a un capo de la droga; por ejemplo, a Pablo Escobar Gaviria cuando en 1.982 celebraba la victoria del PSOE en el hotel Palace de Madrid, cuartel general de los socialistas en aquellas elecciones.  Tal detención nunca se produjo. Los grandes despliegues policiales se hacen para asuntos de enjundia como el de Parla.

Y esto sucedió gobernando en España el gran defensor de los derechos sociales: el PSOE; más aún, el gobierno de Parla no lo maneja el PP ni Cs; mucho menos, Vox.

El ayuntamiento de Parla está en manos del PSOE con el apoyo de Podemos.

Nada más que añadir.

Sin tapujos
Marcelino Lastra Muñiz


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